Estudio afirma que los niños más estables emocionalmente en edad preescolar suelen encontrar trabajo, irse de casa y tener pareja en el futuro, años antes que los menores que se caracterizan por ser muy tímidos y los incapaces de contener su agresividad.
Débora Gutiérrez
"Los niños llegan a este mundo siendo bastante diferentes unos de otros. Sus padres los tratan de forma distinta a causa de sus características particulares", aseguró la destacada sicóloga Judith Rich Harris en su libro "El mito de la educación". Pero, ¿qué tanto de estos rasgos de personalidad presentes en los menores influyen en su vida adulta?
Una investigación realizada por psicólogos de
Según el sicólogo alemán Jaap Denissen, del equipo investigador, estos hitos son: salir de la casa de los padres, establecer una relación de pareja y encontrar un trabajo. "Nosotros identificamos en niños de edad preescolar tres rasgos de personalidad que impactaban en la edad adulta: menores resilientes o equilibrados emocionalmente, tímidos o muy controlados y los más agresivos o con falta de control emocional".
NIÑOS AGRESIVOS VERSUS NIÑOS TÍMIDOS
De acuerdo al estudio, los niños resilientes que suelen, además, tener muy buenos logros académicos, salen de casa un año antes que los identificados como más tímidos (overcontrol) o agresivos (undercontrol). Estos dos últimos rasgos de personalidad, asegura Danissen, predicen en el futuro problemas en diferentes áreas de la adultez temprana.
De hecho, los niños que se caracterizan con ser extremadamente tímidos o agresivos en el kínder, argumenta el experto, enfrentan problemas tratando de adaptarse a los cambios cuando son adultos, como encontrar pareja (un año después que los resilientes) o tener más problemas con la autoridad, como en el caso de los más impulsivos. Ambos, además, tenían problemas para encontrar trabajos estables luego de terminar sus estudios.
"Nosotros creemos que los mecanismos que están tras estas asociaciones tienen que ver con la capacidad de las personas de responder a los cambios y controlar sus impulsos", explica Denissen. Esto, agrega, porque en la sociedad la gente tiene que ser espontánea, mientras que otras veces debe controlarse a sí misma.
RELACIONES SOCIALES
Por consiguiente, individuos que son incapaces de ser espontáneos (como los niños más tímidos y controlados) tienen dificultades para establecer relaciones sociales informales. Mientras que los más impulsivos e incapaces de controlar sus emociones destructivas (undercontrol) suelen tener más problemas con las figuras de autoridad.
Una conclusión del estudio que destaca Soledad Larraín, sicóloga infantil y consultora Unicef, es que demuestra que los primeros años de vida de un niño (4 ó 5) son vitales para su posterior integración al mundo adulto. "Y en esta etapa los padres y la forma de relacionarse con sus hijos son esenciales y, por lo tanto, son los principales responsables del desarrollo de su personalidad".
Factores de la personalidad
Luego, la influencia parental deja de tener relevancia, para dar paso a la influencia del entorno, el grupo de pares y la vida fuera de la casa en general. "Todo eso sumado a la carga hereditaria conforman la personalidad de un niño, pero aún no sabemos con certeza el real peso que tiene cada factor en su desarrollo ", asegura Soledad Larraín.
Para Judith Rich Harris, los niños nacen con ciertas características porque sus genes les predisponen a desarrollar cierto tipo de personalidad. "Pero el entorno puede cambiarles. No la crianza -el hogar que pueden proporcionarle sus padres-, sino el entorno fuera del hogar, el que comparten con sus compañeros de vida".
ESTILO DE CRIANZA DE LOS PADRES
¿El carácter y estilo de educación de los padres influyen en sus hijos?
La neurosiquiatra Amanda Céspedes, autora del libro "Niños con pataletas, adolescentes desafiantes", señaló durante una conferencia organizada por
Soledad Larraín explica que la forma en que se relacionan los padres con sus hijos en sus primeros años de vida, conocida en sicología como estilos de apego, también tiene sus consecuencias en los hijos. Por ejemplo, explica, un apego seguro, es decir, padres que contienen emocionalmente a sus hijos, responden a sus demandas y los ayudan a ser independientes, está relacionado con niños con personalidad resilientes.
En cambio, un apego más inestable, "donde los padres son al mismo tiempo estrictos como evasivos en su relación con sus hijos y pasan del afecto profundo al castigo físico, pueden crear en ellos personalidades más agresivas e impulsivas", asegura Larraín.
Por otro lado, tras los niños que son más tímidos, pero muy autosuficientes y con problemas para demostrar sus emociones, se encuentran padres ausentes que suelen no tener cercanía afectiva con sus hijos.